Claramente hacer un martini con vodka de caña (si, existe), un margarita con mezcla lista, o hacer Irish car bomb con sabajón y poker no es lo mismo; por esa razón invito a todos los lectores que disfruten de tomarse un padrino frente a la chimenea, o aprécien un buen gin & tonic, a meditar sobre el cierre de fronteras a los licores importados.
Un buen coctel es la suma de sabores, aromas y texturas de sus componentes. Un ejemplo es un coctel tan simple como el padrino, requiere de un bourbon de buena calidad y un amaretto premium para poder apreciar los sabores avainillados del amaretto o la textura maderosa y aroma sutil de un Jim Beam en ésta refrescante mezcla. Si bien en un coctel se pretende exaltar lo mejor de cada licor y ocultar sus desagravios, ¿cómo exaltamos buenos sabores en un licor que carece de ellos? Como bien lo enseñan algunas religiones orientales, nada puede ser del todo malo o del todo bueno, siempre hay algo de ambos, pero eso no implica que sea fácil extraerle bondades al mal o viceversa.
Quiero expresar mi disgusto sobre el bloqueo impuesto por los gobiernos locales, la decisión de las gobernaciones de prohibir la importación de licores en Colombia me afecte directamente como barman y como consumidor al igual que afecta a todos los amantes de un buen coctel. Como van las cosas, a partir del primero de mayo nos va a tocar comprar rones nacionales lo que resultará en cuba libre al estilo fiesta de 15 y en Martini y Vodka Lime preparado con Vodkas terminados en skaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario